Emprender sin miedo
Recuerdo aquel dia, era un dia soleado. La luz del sol se reflejaba sobre el capó de los vehículos. Yo cumplía con mi jornada laboral. Me encontraba de pie, tras el vidrio de la sala de inducción. Observando los automóviles amontonarse en fila, formando el tráfico detrás del semáforo sobre la avenida Carlos Julio Arosemena.
Mientras contemplaba ese escenario, recordaba mi época universitaria y sentía esa necesidad de libertad, de ser un ciudadano del mundo y poder transitar de forma libre por las calles a cualquier hora y no vivir ligado a un horario. Puede decirse que ese día inició algo en mi, (como en muchas ocasiones), sentí ese bichito por hacer algo nuevo, algo diferente, sentí la necesidad de emprender.
Posterior a ese dia, cada vez que me paraba tras del vidrio de la sala, sentía la necesidad de espacio, y comencé a utilizar mis días pendientes de vacaciones. Los cuales, había acumulado, con el sueño de realizar un viaje largo a Europa. (Lo que hace cualquier cristiano).
Recuerdo que empecé por pedir dos días libres, después los fui incrementando de forma paulatina, el punto es que ya no me sentía a gusto en la compañía para la cual trabajaba. Y no es que me iba mal, al contrario, todo iba perfecto y a pesar que tenía un futuro prometedor en la empresa, las ganas de “asistir a laborar” iban mermando en mi. Era algo extraño porque toda la vida he vivido enamorado de mi profesión, es decir; amo lo que hago, pero por alguna extraña razón, ya no amaba el lugar donde lo hacía. Por ello, tomé la decisión.
Conversé con mi jefa y le plantee mi despido, necesitaba el dinero para el proyecto que tenía en mente. Y fue así como un 30 de Mayo me liquidaron. Recuerdo que mis compañeros lloraban mi partida, no podían entenderlo. Sin embargo, yo experimentaba una sensación de libertad única, había soltado la mochila.
Con parte de la liquidación invite de viaje a mamá y vivimos una bonita experiencia en tierras del país vecino, Perù. Con el resto de la liquidación: diseñe mi website, papelería, oficina y otros detalles.
Emprender es un verbo transitivo, cuya connotación es el inicio de algo importante, o de gran magnitud. Muchas personas asociamos el hecho de emprender con la idea de iniciar un negocio propio, y nos denominamos emprendedores a nosotros mismos, lo cierto es que cualquier cosa que se inicie por voluntad propia es un emprendimiento, iniciar una carrera, iniciar un hábito de trabajo, ejercicio o estudio. Entonces, podemos decir, que cualquier situación que demande de nosotros cierto nivel de esfuerzo y nos genere resultados; es un emprendimiento.
Hoy hace un año que inicie este bonito proceso de aprendizaje y lo recibo con trabajo, con proyectos. Me siento realizado porque puedo mirar atrás y ver que el camino recorrido me coloca donde estoy. Disfruto de dar asesorías a empresas bajo mi esquema y con mi toque personal. Y las conferencias me permiten conocer gente valiosa y retroalimentarme con su experiencia y conocimiento.
¿Cuál es la clave? Sin duda, creer en ti mismo; pero para creer, primero tienes que conocerte. Encontrar tu fuerza de voluntad y aferrarte a ella. La oportunidad de emprender te permite crear, transmitir y aprender. La autorrealización es una sensación tan maravillosa que vale la pena todo el esfuerzo que demanda. ( Y eso que me lo he tomado light).
En esta ocasión, he querido compartirles mi experiencia personal e invitarlos a que no duden y sigan su sueño. Recuerda no es el tamaño del sueño. Si no, es la fé del soñador. Si necesitas una guía, o sientes que no avanzas en tu emprendimiento. Escríbeme www.cragestores.com. Con gusto podemos conversar…